miércoles, 8 de mayo de 2024

Un brindis por las despedidas

 

Las despedidas siempre duelen… Decir adiós no es lo más sencillo del mundo, las mejores despedidas son las que sabes que son temporales, tu amigo se va de viaje, el familiar que se va de la ciudad, esa persona que se va del país, el dolor termina siendo proporcional a la distancia. La nostalgia te recuerda lo genial que es esa persona y es por eso que la esperanza de volverla a ver te sostiene, a pesar del dolor.

Recuerdo tener 18 años, ser un universitario y sentirme muy triste cuando mi novia se iba un mes a pasar vacaciones a su pueblo, que queda a menos de dos horas de mi casa, a esa temprana edad, lo único que me sostenía era la esperanza que volviera.

Hay despedidas que ni te das cuenta y se convierten en la última vez que saludarás a esa persona, no sabes cuándo será esa última salida, ese último baile, ese último abrazo o ese último beso, no te diste cuenta cuando se acabó, pero bendita ignorancia, él no saberlo te da calma en medio de la tragedia, cuando vienes a pensarlo ya se ha ido, incluso el dolor.

Pero hay algunos adioses que duelen demasiado, dolieron cuando sucedieron y aún duelen cuando los recuerdas, algo se detuvo en tu línea temporal, algo murió con esa despedida, algo cambió y no volverá a ser como antes, seguirá siempre doliendo. Y con esa persona que se fue para siempre, con esa etapa que caducó, con ese gran amor que se terminó, vendrán muchos días de dolor y ese dolor será la catarsis que cambie tu realidad, será esa motivación para seguir adelante sin esa persona, sin ese recuerdo, sin esa esperanza, porque ese ser amado que ya no está contigo en este mundo, que desea estés bien, porque ese amor que no se dio, es solo un capítulo de la historia de tu vida, no es la historia final, porque ese trabajo que dejaste, te enseñó algo, aunque aún no lo entiendas, esos adioses duelen, pero nos transforman, nos hacen crecer, nos hacen ser una mejor versión de nosotros mismos, por esos adioses… Y por esas despedidas que no se olvidan, salud.

Frank Muñoz 🙂



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