Inicio mi día, llego al temporal intento de oficina y saludaba a
mis nuevos compañeros, ojalá nuevos amigos en algún momento y me encontraba a
mi vieja amiga hablando con la jefa de mirada triste y profunda con sus
hermosos ojos verdes, mi amiguita mostraba quizá la primera de muchas
conversaciones difíciles que se le vienen a su nueva etapa de “madre de una
adolescente” en la que dialogaba con su hija de 12 años, quien enfrentaba su
primer corazón roto, uno podría decir que es puro drama, pero es lo más trágico
sentimentalmente que ha enfrentado a su corta edad y todo fue porque el niño
que le gusta, le mando una carta a una amiga de ella. Tantas reflexiones que
vinieron a mi mente por todo esto y apenas han pasado 10 minutos de mi jornada
laboral, acá mi resumen de reflexiones:
#2) Como evolucionan las infidelidades a lo largo de los años, a
los 12 es una carta a una amiga, a los 21 te toca descubrir envolturas de Plan
B.
#3) Mi amiguita quería culpar a un “animé” de lo que pasaba su
niña, me recordó a mi madre diciendo que me había peleado en la escuela porque
mucho miraba ese “Goku” diabólico, se está comenzando a convertir en señora.
#4) Vale, la hija de mi amiguita, hizo una reflexión en medio sus
chats llenos de tristeza: “Los que te gustan, no le gustas tú y a los que le
gustas, no te gustan”… Boooom. Explotó mi limitada mente, estoy totalmente de
acuerdo, concuerdo yo que soy casi 20 años mayor, con la niña de 12 años,
lastimosamente es así Valeria, no sé si inventarán una app en el futuro que te
ayude a reducir ese fenómeno, pero te toparas con mucho de eso en la vida, no
te apures, estoy seguro que te gustará más de alguno de los muchos que te
pretendan (solo debes saber elegir) y quizá no sea la última vez que te rompan
el corazón, pero espero que cada vez duela menos. No te preocupes por el
porvenir en las relaciones, ni el que está escribiendo esto sabe qué hacer con
su vida amorosa, ni tampoco tu mamá, ya estamos grandes ambos, sin rumbo, pero
ante todo funcionales en la vida, así que de parte de tu tío te digo, todo va a
estar bien, en el futuro tú también romperás corazones.
El día transcurrió, una
capacitación más, parece que he visto demasiadas veces esas anomalías que
cuando ya las enfrente en el día a día, no las sabré identificar, sí, que
aburrido hablar de trabajo, era más aburrido estar ahí, intentaba participar y
mostrar mi “buen” sentido del humor con mis compañeras más cercanas, me he
vuelto cada vez mejor mostrando mi lado gracioso que compensa la crisis
existencial que me lleva a escribir estas palabras. Pasó toda la capacitación y
lo más interesante fue una acalorada conversación/discusión derivada por una
lectura de medidor electromecánico, así de divertido estuvo, aunque lo que no
faltó fue lo acalorado, pinches 35 grados centígrados.
La jornada llegó a su
fin y así como que no quiere la cosa, llegó una noticia rara para mí, los
tristes y profundos ojos verdes de la jefa, son los de una jefa embarazada, con
uno de los peores contextos que puede enfrentar una mujer hoy en día, pero que
debe ser el punto de inflexión para cambiar el rumbo de su vida, lejos del
pésimo compañero de vida que había escogido. Y pensaba: quizá usted me guste
jefa, quizá yo no le guste a usted, quizá yo le guste a alguien y ese alguien
no me guste a mí… Al final del día Vale sigue teniendo razón.
Tome una siesta que no
debía, pospuse unos compromisos, atendí otros, lamenté estar acompañado por la
ausencia de mi novia, pensé en el próximo viaje del fin de semana y me senté
melancólico a escribir esta breve historia, estás palabras me acompañaron una
triste noche de marzo y me siguen acompañando hoy.
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