Era una tarde-noche del 2017, en una casa embrujada, aunque en ese momento no lo sabíamos, parecía solo una casa más en un barrio más, de este lugar ubicado bajo susurros embrujadores, visitaba a mi compañera Eli, recién saliendo del trabajo, pasaban de las 6 pm, pero aún veíamos fragmentos de cielo diurno. Como de costumbre hablábamos de lo estresante del trabajo, de todo lo que faltaba en nuestra diminuta oficina, pero con la ilusión de que mejores tiempos vendrían, llegaron, pero esa es otra historia.
Mis tres arpías
aún no se reunían, pero 30 minutos después ya se encontraban en la sala, de la
casa llena de misterios, Rosy y Mery llegaban, una con una alegría desbordante
y la otra, alegre, pero no tanto, ustedes entenderán.
Las risas y
las bromas, alejaban los malos espíritus en ese momento, porque la verdad que
fantasma querría estar en tan buen ambiente, pero al parecer la alegría los
perturbó, ya que las risas se apagaron repentinamente, la señorita Rosy se
enteraba que la abuelita de su amado había fallecido. La tensión y la tristeza,
llegaron, los espíritus volvían a sentirse cómodos, Eli, Mery y yo animábamos a
Rosy, quién empezó a tener un ataque de ansiedad, lo más útil que hice fue
alcanzar un vaso de agua, o quizá ni eso hice, pero quiero pensar que ayudé en
algo. Recuerdo verlas a las tres, con semblante triste, ese sentimiento no lo
compartían estando juntas, quizá era esa casa a mitad de la pendiente
misteriosa que evocaba naturalmente esa tristeza.
La noche se
perturbó y Rosy salió, creo que en busca de su amado para apoyarlo, tenía que
estar para él, claro, pero no como su amada, ese puesto ya estaba ocupado, la
titular era otra y tenía derecho de antigüedad, ella era la suplente de los
minutos finales, cumplía, no lo dudamos, pero el puesto de amada del Ing. R. no
era para ella.
Las otras dos
estaban en circunstancias similares, se podrían pelear para ver cual tenía más
minutos en los partidos, quien anotaba más goles o a quién trataban mejor en el
campo, la realidad es que mis tres tristes arpías estaban envueltas en
historias que no protagonizaban. Eran muy diferentes una de la otra, pero en
común tenían cada una, la historia de un rol secundario en la vida de un “inge”
que laboraba en la empresa, y aunque en su día a día, no lo pareciera, en el
interior de sus ojos vislumbraban ligeros toques de tristeza, por eso que
poseían a medias.
“Arpía” viene del griego que se traduce como
“las que arrebatan”, no sé si sabían, porque yo no, justo lo busqué en Google.
Aunque actualmente se concibe como una persona malvada, la mitología griega las
describe a las arpías como “seres de apariencia de hermosas mujeres aladas”. Yo
elijo quedarme con esa versión de hermosas mujeres aladas, porque lo eran y lo
siguen siendo, en esa época volaban llenas de ilusión, intentando arrebatar
ingenieros que no les pertenecían, pero como se controla el corazón, él tomo
una decisión y ellas con sus majestuosos vuelos lo intentaban, quizá era un
vuelo que no tenía un bonito destino, pero era necesario que lo pasaran.
Mis pequeñas
arpías crecieron, evolucionaron y se transformaron, la vida tiene eso, nos
enseña aunque no queramos, se olvidaron de sus ingenieros temporales y se
enfocaron en nuevos objetivos, no las he vuelto a ver juntas, la vida las
separó, así como Eli se separó de la maldita casa, pero en cada lugar donde
estén, espero la tristeza no las visite seguido.
Frank Muñoz 🙂
No hay comentarios:
Publicar un comentario