miércoles, 29 de mayo de 2024

No te rías

 

Hay una frase que es todo un cliché en las historias románticas: “Eres la persona correcta, en el momento equivocado”, pienso en esa frase y me empalago, que pretexto tan pinche para disimular problemas más profundos al momento de elegir o de manejar una relación, pero bueno, yo les quiero hablar hoy de una “persona correcta, en el momento equivocado” xD.

Esa persona correcta es mi queridísima Lillium Gray, la segunda de mi gran historial de cuatro relaciones formales, no recuerdo exactamente la fecha en que inicio nuestra historia, pero estoy seguro que fue por Facebook (gracias Mark Zuckerberg), ella era una chica muy activa en redes sociales, siempre publicaba cosas interesantes, sin errores ortográficos, mucho contenido en inglés y con un estilo muy fresa.

Pues lo tradicional de la época era conectarse a chat de Facebook, ver las fotos que habían subido recientemente los amigos, publicarse en sus muros, eso sí, conectado con mi modem Tigo, que al terminarse los datos era más lento que el tráfico de las 5 pm. La fecha no lo recuerdo, pero comenzamos a chatear, ella en su último año de colegio, yo en mi último año de la U, lo sé, suena feo, pero ella tenía 17 y yo 20, no pasa nada amiguitos.

Comenzamos a chatear más seguido, ella me parecía súper interesante, era distinta y me comencé a sentir bien, con el tiempo nos vimos, le ayudé con una tarea de matemáticas y una noche fuimos al cine, si no me equivoco, nuestro primer beso, la verdad ni recuerdo la película, creo que no era muy buena, pero no olvido la sensación de besarla a ella por primera vez, la acompañé a su casa y fue el final de una gran noche.

Lastimosamente, me tenía que ir a la práctica profesional a varios kilómetros de casa, en bus eran 6 horas de viaje, Facebook, de nuevo, nos mantuvo cerca, el intento de relación se enfrío en esa época, era mucha distancia para que algo así surgiera, sin embargo mi estancia lejos de casa era temporal, cuatro meses después volvía después de mi primer travesía como minero, esta vez decidido a que las cosas funcionaran. Ya estaba en su primer año de universidad, y antes de que comenzarás su tercer trimestre aceptó ser mi novia.

Me presentó con su familia, su hermano mayor, su hermano menor, su hermanita y claro, mi suegra, sigue siendo mi favorita hasta la fecha. La verdad me sentía demasiado bien en casa de ella, comencé a visitarla seguido, ella me visitaba a mí, me acompañó en mi defensa de práctica y en mi proceso de graduación.

Recién me gradué, pues inicié a navegar en el amplio mar del desempleo, a enviar hojas de vida y todo eso del estudiante recién graduado, a ver que sale, mientras eso sucedía comencé a pasar más tiempo con Lilium Gray, ella vivía en un barrio que de día no pasa nada, pero de noche quizá sí, mi suegra que lo sabía, no me dejaba ir a casa de noche (yo en mi mente: Graciaaasss Diossss), así que enviaba un mensaje avisando y pues me quedaba a dormir en casa de mi novia, todo suena perfecto y pues lo era, eso se dio demasiadas veces, al inicio los hermanos se quedaban viendo pelis con nosotros en la sala, ya después hasta nos dejaban solos y pues, los besos nunca faltaron…

Una de esas tantas noches, nos quedamos de nuevo en el cuarto y todo bien, las mejores noches eran las de lluvia, You know what I mean, hubo una madrugada que decidí bajar a beber agua y ajá, yo estaba ahí dando lo mejor de mí, sin embargo ya iba a amanecer y comencé a escuchar ruido en el cuarto de los hermanos pequeños, quizá ya se comenzarían a alistar para ir al colegio, el cuarto de mi entonces amada era el único que no tenía puerta y los hermanos guardaban algunas de sus cosas en el cuarto de ella (lo sabía porque ya los había escuchado entrar en otras ocasiones), el tiempo apremiaba y tenía que seguir dando lo mejor de mí, haciendo lo que el deber manda, pero dándome prisa, no tardarían en llegar a traer algo, así que subí la intensidad, comencé a presionar los botones adecuados y hacer mi mejor trabajo, unos sonidos angelicales en forma de gemidos parecían aprobar mi desempeño; sin embargo, escuchó que abren una puerta, solo habían dos alternativas o iban al baño o iban a nuestro cuarto, debía parar, no quería, pero me exponía a una vergüenza mayúscula, pongo el freno de mano de una, me detengo en seco, yo estaba ahí, entre sus piernas, intento quitarme, pero me dice: “Seguí, seguí”, intento volver a acelerar, cuando escucho los pasos entrando, hago una maniobra extraña para cubrirla con la sabana, yo me hago como el que me quedé dormido incomodo cerca de sus piernas, en la posición más absurda que alguien se pueda imaginar, ahí estaba yo, todo imbécil con los ojos cerrados, fingiendo que dormía de esa forma y ella también, pretendiendo que ahí no había pasado nada. Fueron los minutos más eternos de mi vida, el actual ingeniero, por aquel entonces estudiante de colegio, no sé qué tanto hacía, pero sentía que nunca se iba del cuarto, al pasar unos dos o tres minutos sale, escuchamos que entra a su cuarto y Lilium Gray comienza a reírse, en silencio, pero a morirse de la risa, y yo estaba ahí perplejo de lo que acababa de pasar, no cabía de la pena, en uno de los escenarios más extraños que he pasado en toda mi vida y lo único que pude decir con una sonrisa de vergüenza contagiosa en mi rostro fue: “No te rías”.

Maravillosa historia, hubieron muchas anécdotas más, esa es mi favorita, por vergonzosa y por el nivel de complicidad que alcanzamos en nuestra relación. Todo suena bien, ¿Cierto? Pero bueno, debe haber un pero, ese pero era yo, pero para  usar la frase cliché diré era el “Yo de ese momento”, era un wirro recién graduado, apenas había cumplido 21 años, sin haber desarrollado un buen criterio de la vida, sin experiencia en nada, incluso demasiado religioso para mi gusto, ella era más joven que yo, pero ya saben lo que dicen, las mujeres son naturalmente más maduras que los hombres, el tiempo demostró esa frase, porque al final, esta historia se trata de un “momento equivocado”.

La relación se acabó de manera muy absurda, obviamente por mi culpa, pendejada de mis 21 años, lección aprendida, aunque me tomó tiempo entenderla, explicarle a alguien en sus 20´s que debe cuidar a su valiosa novia no es una lección que se entienda solo con palabras, y ahí estaba justificándome que no encajábamos, que no había compatibilidad, cuando simplemente fue error mío.

Hoy en retrospectiva, creo que sí era “la persona correcta, en el momento equivocado”, no sé qué tanto habrá cambiado Lilium Gray, pero alguien como ella siempre será la persona correcta, ahora vive en Alemania, espero que felizmente casada, es lo menos que se merece y que tanto a ella como a su familia le esté yendo lo mejor posible, son un ejemplo de superación. El momento equivocado lo es para mí, para ella quizá solo sea una minúscula historia que le paso en su primer año de universidad, para mí, fue una lección dura de aprender, hoy en día quiero a alguien con ese espíritu de superación, con esa mentalidad tan independiente y con esa ternura que me mostró en aquel lejano 2012, quizá la encuentre, quizá no, pero Lilium Gray, si llegas a leer esto, porfa: No te rías.

Frank Muñoz 🙂



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